Todo el mundo tiene derecho a triunfar. Pero a veces tendemos a medir el éxito con indicadores que no hacen sino generarnos una mayor frustración .Tendemos a fijar nuestro triunfo en los ojos de los demás, cuando nosotros deberíamos ser los únicos responsables de saber si hemos triunfado o no.
El otro día comentaba con Jaime, el socio de la agencia de influencers con la que colaboro con mis perfiles, la importancia de medir correctamente el éxito en determinadas plataformas. La gente está absolutamente obsesionada con los fans, los me gusta, el número de comentarios y la interacción con el perfil. Cuando en realidad , deberíamos medir nuestro éxito en base a lo felices que nos hace usar dichas redes sociales. Miles de niños han pedido ayuda psicológica para dejarse influir por los números y dejarse llevar por su propia felicidad.
Posición social, números de teléfono en la agenda, invitaciones en nuestro buzón … ¿estamos midiendo correctamente el éxito? ¿o lo hacemos siempre en relación a lo que los demás piensan de nosotros? . Antes de la existencia de los teléfonos móviles y las redes sociales, tenía éxito supuestamente aquel que más atención recibía de los demás. ¿y si nos empezamos a dar cuenta que el éxito debe partir de nuestra creencia en nosotros mismos?
Tengo algunos clientes de coaching ejecutivo preocupados por su carrera profesional. Y en vez de auto-admirarse y descubrirse a sí mismos , invierten mucho tiempo en pensar qué estarán pensando los demás. ¿están en lo correcto? Indudablemente están equivocados. La felicidad no es un destino. Es una actitud. Inequívocamente nos influye lo que piensan los demás, pero si buscamos nuestro bienestar estamos obligados a mirarnos hacia dentro. Hacia lo más profundo de nuestro ser. Nada de pensar en otros cuando se trata de buscar nuestra propia felicidad.
A mucha gente le cuesta mucho algo tan sencillo como mirarse al espejo, como Dios o quien sea le trajo al mundo , y con la mano en el corazón y mirándose a los ojos decir » cuánto te quiero » . ¿de verdad nos queremos tanto como amamos a los demás? ¿de verdad nos premiamos y adoramos tanto como hacemos con los que más queremos?
Amarse a uno mismo tanto o más que a los otros es una buena forma de medir nuestro propio éxito. Sin pasarse.
Otras veces tan sólo nos dedicamos a focalizar nuestros objetivos de vida en los que conseguimos profesionalmente. Cuando dejé el mundo de las multinacionales me di cuenta que los cientos de millones de euros que firmé para invertir no eran míos. De hecho, pienso que cualquier otro/a podría haberlo hecho igual de bien o incluso mejor. Lo importante es medir los objetivos de vida personal. El éxito en superar un amor no correspondido, o la muerte de un ser querido. Esas pruebas de vida valen mucho más que todos los logros profesionales juntos.
Por último, evita comparar tu éxito con el de otros. Tu éxito es aquel en el que te superas días a días, con tus propias medidas y equivalencias. Si sólo nos fijamos en el exterior, siempre siempre habrá alguien mejor que tu, créeme. En cambio, si nos vamos superando por momentos, si nos marcamos objetivos realistas, nuestros, que nos hagan saltar de alegría, esos serán nuestros éxitos. Y te aseguro que pueden ser enormes, únicos y sobre todo irrepetibles. Porque son nuestros. ¿a qué esperas para mirarte al espejo y decirte que puedes ser feliz y alcanzar muchos, muchos éxitos?
Os voy a contar un secreto. Cuando yo tengo un éxito muy muy difícil de cumplir, los parto en mini éxitos. Pequeños objetivos que alcanzo con poco esfuerzo. Y no sabes cómo me ayuda el celebrar esos mini trofeos…. tanto me ayuda que me dan toda la fuerza necesaria com para con seguir el «gran éxito»; ese que al principio era inalcanzable…