La terrible pandemia que estamos viviendo está trastocando el sector inmobiliario a nivel mundial. Los inmuebles en el campo hace tan sólo unos meses estaban en «saldo», pero tras el Covid hoy han multiplicado su precio. Especialmente si esa casa en la naturaleza tiene una buena conexión de fibra y si allí se prestan los servicios básicos de supermercado, farmacia , o salud.
Leía recientemente en el blog de Enrique Dans cómo en Estados Unidos se están revalorizando las zonas que se encuentran en un radio de 300 kilómetros de las grandes ciudades, como Lake Tahoe o los Hamptons. Aunque son urbanizaciones en las que no todo el mundo se puede permitir comprar una casa, esa revolución en el mercado inmobiliario está marcando una tendencia que parece que ha llegado para quedarse. La gente está dando el valor que tiene la naturaleza , y está dispuesta a renunciar a las comodidades de las grandes ciudades a cambio de poder disfrutar de un atardecer o salir a dar un paseo.
Mucha gente ha lidiado en la etapa del confinamiento con el coronavirus desde un piso de 40 metros cuadrados en un bajo interior. Incluso los que son más afortunados y disponen de pisos mayores y en una altura mayor han echado de menos la presencia de una terraza para respirar aire, por pequeña que sea. Hoy lo que importa es el espacio destinado a ver el cielo, el sol, la lluvia y poder respirar aire más o menos puro. Los metros cuadrados de despensa han pasado a un segundo plano.
Esta enfermedad tan terrible está revolucionando el mercado inmobiliario en las grandes ciudades.
El teletrabajo está permitiendo que muchas empresas sigan manteniendo su productividad a pesar de haberse convertido en «empresas distribuidas» . El antiguo concepto de sede social enorme (tipo ciudad financiera) está pasado de moda. Ahora lo que prima es «trabaja bien desde donde quieras trabajar» … Las compañías telefónicas están haciendo su agosto llevando fibra hasta donde antes nadie quería llegar. Trabajar viendo las montañas es posible , y mejor la salud de los trabajadores. Y eso es algo que los empresarios saben e incluso están dispuestos a fomentar, pagando el propio servicio de fibra o liberalizando los horarios de trabajo.
Recientemente también me comentaban cómo hay empresas que incluso están dando facilidades a sus trabajadores para que ejerzan desde la comodidad de su hogar.
Es más, si la comodidad de su hogar se ve «afectada» por el exceso de presencia de niños o maridos/mujeres o incluso familia política, ya hay compañías que están regalando «horas» en espacios de coworking para que los colaboradores puedan descansar, relajarse, cambiar de ambiente o incluso reunirse con clientes.
Empresas que han invertido millones de euros en sedes ultra modernas ahora disponen de miles de metros cuadrados infrautilizados con los que no saben qué hacer.
Y pisos muy representativos del centro de las ciudades ( pero de mucho menor tamaño que las flagship offices ) ahora se están revalorizando. Ya nadie quiere miles de metros en polígonos de los alrededores. Ahora basta con tener 300 metros muy bien localizados y muy representativos en los centros de las ciudades.
¿te irías a vivir al campo? ¿ha cambiado tu percepción de la naturaleza en estos últimos meses? ¿a qué estás dispuesto/a renunciar para ganar libertad? ¡me encantaría saber tu opinión!